A más de 20 años de la primera crisis de las empresas de internet conocida como la burbuja de las .COM, un nuevo fantasma recorre los escritorios de los principales líderes de la tecnología. No son compañías laterales las que están tropezando, sino aquellas que modelaron la manera en la que nos comunicamos durante estas décadas. Nos facilitaron información, contacto y abrieron un campo inédito de interacciones que forjaron sin dudas a una época. Estas empresas tendrán como saldo a más de 150.000 empleados despedidos durante los últimos meses y pérdidas financieras que parecen calculadas en una pesadilla.
La sangría comenzó durante el segundo semestre de 2022, cuando los gigantes tecnológicos debieron informar a sus accionistas los índices de crecimiento. Una de las primeras en sentir el impacto fue, significativamente, Meta, la compañía que nuclea a Facebook, Instagram y Whatsapp. La empresa creada por Mark Zuckerberg había cambiado su nombre en 2021 con el fin de derivar sus principales proyectos hacia el metaverso, un espacio integrado por la realidad virtual y la material. Fue el propio Zuckerberg quien hizo el anuncio y tomó la iniciativa como algo personal, una especie de sueño con el que pretendía contagiar de entusiasmo a un mercado que aún no acusó recibo de dicho empujón. El gigante de Silicon Valley perdió un 64% de su valuación en Nasdaq en los últimos 12 meses y casi un 70% desde su máximo de 2021, cuando su acción cotizaba en 384 dólares. En noviembre tuvo su peor índice de 88 dólares y pudo repuntar durante las últimas semanas a 114 dólares. La pérdida podría haber sido peor, sin embargo, 2022 quedará como el año en el que Meta también despidió a 11.000 trabajadores, el 13% de su plantel en todo el mundo. Los despidos se hicieron alrededor de todo el planeta, en áreas que estaban en expansión hasta hace pocos meses.
La euforia también golpeó a otra red social emblemática de esta época. Twitter estuvo envuelta de una historia casi eterna que tuvo como principal protagonista al multimillonario Elon Musk. El creador de empresas como Tesla, Space X o PayPal, se puso entre cejas y cejas comprar la red social de microblogging este año y lo que pudo ser la adquisición del año derivó en una novela que casi aterriza a Musk en el banquillo de los acusados de los tribunales norteamericanos. Después de pagar 44.000 millones de dólares, el magnate despidió a los principales ejecutivos de Twitter y prometió cambios inmediatos en la plataforma. La libertad de expresión y una mayor rentabilidad fueron las cartas con la que jugó Musk en su arribo al mercado de las redes sociales, aunque admitió ante sus empleados que se vendrían “tiempos difíciles”. El gesto no fue solo simbólico y casi en la misma jugada puso fin a la política de teletrabajo de la compañía y dejó sin trabajo a casi la mitad de su plantel.
Meta y Twitter no fueron casos aislados. Hubo también despidos en plataformas conocidas como la propia Netflix, Amazon y Cisco. ¿ Pero cuáles fueron los motivos de esta nueva crisis? Difícil es identificar una sola explicación y pareciera que es más bien un conjunto de razones que azotan las finanzas de quienes parecían intocables ante los embates de la economía. Meta atraviesa un momento de cambio de paradigma de quienes supieron ser su principal audiencia. Los usuarios más jóvenes encontraron otras plataformas para producir y consumir contenido. Los documentos internos reconocen que su plataforma perdió atractivo ante otras como TikTok. Pero más grave es el golpe financiero que encontró a Meta en 2022 con gastos desmedidos y proyecciones desacertadas. La pandemia impulsó el crecimiento de Facebook junto con otras plataformas y sus directivos creyeron que la expansión continuaría durante este año. Sin embargo, los números mostraron otro panorama y obligaron a recortar sus planes a futuro. El horizonte se mostró más incierto que nunca con una nueva guerra en Europa y una tensión geopolítica que aún no encuentra válvula de escape. De este lado de occidente el mercado se topó con el aumento de las tasas de interés motivada por la inflación en varios países, incluído Estados Unidos y como si fuese poco, la amenaza de una recesión que podría durar al menos dos años.
A pesar del horizonte sombrío, los especialistas aseguran que esta crisis no es igual a la que terminó con explosión de compañías tecnológicas a principios de siglo. La mayoría de las empresas no están amenazadas por desaparecer porque aún pueden respaldarse en un valor real de mercado. Durante todos estos años, el modelo de la publicidad digital y los ingresos por usuarios hicieron sustentables a muchas de las compañías hoy golpeadas. Aún así, la euforia desatada en el mercado digital durante la pandemia muestra signos evidentes de un invierno que por ahora no muestra signos de reactivación. Las tecnológicas sobrevivirán pero con escaso margen y deberán mostrar más que nunca cautela en sus proyectos.
“Me equivoqué y asumo la responsabilidad”, escribió Mark Zuckerberg, para justificar los despidos. Los genios de una era dorada de las tecnológicas debieron asumir el coste de sus apuestas. Sus palabras, como las de Elon Musk, impactan en toda la industria que con mayor o menor escala, se prepara para surfear olas más hostiles que nunca. Como consecuencia, el 2023 será un año de escasa innovación, contracción de proyectos, menor financiamiento y poco riesgo para Silicon Valley. Pero como en toda crisis hay una oportunidad, quizás también sea el momento en el que estas plataformas vuelvan a centrarse en algo que nunca debieron descuidar: sus usuarios. Su verdadero capital, aquello por lo que crecieron vertiginosamente en estos años, son las personas que depositaron su confianza con sus datos, contenidos y sobre todo, con su tiempo. Ninguna plataforma puede volverse purista en tiempos de incertidumbre, pero al menos deberían recordarles a sus usuarios por qué las eligieron en algún momento. Sin ello, la sangría de usuarios continuará y poco quedará de ese momento de esplendor que supimos conocer.